sábado, septiembre 01, 2007

EL DON


Nací con un don que me ha dado en la vida, más de un dolor de cabeza, pero como yo no lo pedí y nunca podré deshacerme de él, decidí hacer lo posible por vivir normalmente. Estudié Ingenieria Química y empecé a trabajar apenas pude, me hice vendedora de produtos farmacéuticos y después llegué a gerenciar una pequeña compañía de químicos; en este puesto y quizás por la dedicación que entrañaba, estuve tres años sin que "mi percepción" se activara, durante ese tiempo dejaron de invadir mi cabeza los pensamientos de otras personas. No, no soy capaz de leer la mente de la gente a voluntad, sólo sucede algunas veces y generalmente hay un motivo, como en el caso de Chuchón.Chuchón era el mandadero de la oficina, sin embargo sus papeles decían que era capaz de manejar varios programas de computación sin problema. Era un muchacho invisible para mí hasta que empecé a escuchar sus pensamientos. Me tomó un par de días darme cuenta de donde venían, al principio los confundí con los de Edgar, el más viejo de la oficina, hombre amargado al que estabamos a punto de jubilar por su mal carácter.Pobre Chuchón, su culpa era grande, no vivía en paz hasta que llegaba la noche y se entregaba al sueño sanador. "Criatura incapaz" se llamaba a sí mismo y pasaba los días llenándolos de soluciones sin sentido, de penitencias incumplidas; fustigando a cada momento su inconciencia e incapacidad. Me bastaba mirarlo para escuchar sus monólogos mentales. Lo veía ir y venir llevando papeles, café, galletas y haciendo toda clase de mandados eficientemente, sin sonreir, mirando apenas a los que obedecía. El trajín de la oficina lo mantenía en un trance hasta que a la hora del almuerzo, su hambre lo devolvía a la realidad. Un día, cansada de escuchar su tortura diaria sin saber exactamente porqué, decidí hacer algo.- Miguel, ¿verdad?- Sí, señora...¿qué se lo ofrece?- ¿Almorzaste?Contestó que sí mirando el suelo, sus manos se juntaron esperando la orden, pero en su cabeza no podía creer que lo hubiera llamado por su nombre.- Necesito que me ayudes a pasar estos datos a la computadora.- Yo, no..., ah...No le di tiempo para que continuara hablando, puse los papeles en su mano y lo llevé frente al computador. Se sentó dócilmente, le expliqué que quería, mientras tanto en su cabeza sólo resonaba: "ella necesita mi ayuda". Lo dejé sólo. Más tarde me acerqué a él y escuché sus pensamientos: "yo puedo, yo puedo, yo puedo...". Tenía una sonrisa que no le conocía. Después de ese día las cosas mejoraron para él, rondaba mi escritorio buscando que lo llamara, hasta que se convirtió en mi asistente. Dejé de oir sus pensamientos una mañana cuando vino a pedirme permiso para salir más temprano porque tenía un compromiso.Si bien nunca llegué a conocer el motivo exacto de su comportamiento, las cosas mejoraron cuando le dí una oportunidad, creo que se sentía culpable por no ser capaz de dejar la monotonía de su existencia.No siempre se arreglaban tan bien las cosas y hube de padecer iniquidades en manos de aquellos a los que pretendía ayudar, pero de eso me ocuparé otro día.

1 comentario:

GaviotaZalas dijo...

fortuna de haber ese Don,,, no creo tener ninguno o si??? Tengo aquel de la intuición....Escribo tambien historias relatos cortos sobre mi país Cuba. saludos